lunes, 27 de enero de 2014

Nunca creí a la gente
cuando decían como dolía
tener un corazón roto.
Hasta
que el corazón fue el mío.
Tendida sobre el suelo,
con el rimel corriendo por mis mejillas.
Faltándome el aire.
Llorando.

Así que no te atrevas a decir
que nunca has matado a nadie,
porque esa noche,
tu acabaste conmigo.

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