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Le alzó el rostro hacia el suyo, y ella se sintió demasiado sorpendida para moverse, incluso cuando se inclinó hacia ella y se dio cuenta, con cierto retraso, de lo que él hacia: de un modo reflejo cerró los ojos mientras los labios del muchacho rozaban con suabidad los suyos, porvocándole escalofríos. Un repentino anhelo feroz de ser abrazada y besada de un modo que la hicieran olvidar todo lo demás se apoderó de ella...
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